Pedacito de luna

Anoche, dormía recostada en el pasto, respirando la tranquilidad de la naturaleza. Cuando desperté, parecía como si hubiera dormido años y años. Desperté radiante, con la mente transparente y despejada. Recuerdo que iba caminando, cortando flores de colores, cantando en silencio con mis pensamientos, perdida en la magia de aquel bosque, contemplando el cielo tan despejado y luminoso, tan radiante... Caminé a la cima en donde había un viejo encino, recuerdo que me senté bajo su tronco, sus ramas me cubrían de los rayitos traviesos del sol... mirando a lo lejos el mar, cerré mis ojos y me transformé en viento.

Fue mágico poder sentir, tocar... poder escuchar todo. Escuchar la voz de las olas jugando con los peces. Escuchar a las hermosas flores, emocionadas ante mi presencia. Escuchar a los animales, que se dejaban envolver en mis brazos y unos más frágiles y pequeños, se escondían entre las plantas. Pero a lo lejos logré escuchar la voz de aquel viejo encino de corteza dura y seca, riendo a carcajadas por verme convertida en viento, por verme disfrutar y contemplar cada momento. Aquel viejo encino de alma blanca y bella, aquel, que pareciera por aspecto vivir de milagro, sin ilusiones, pero no, nada de eso... Aquel encino era el tronco del bosque, era sabio, era alegre, era tierno... su risa lo dice todo...

Regresé a mi estado natural, cansada de jugar y solo quise dormir y soñar debajo de aquel árbol.


(Continuará)