Mientras dormía, en mis sueños me abordó el antojo por beber una taza de café. Despierto y ahí estas, a mi lado. Dejo la cama cuidadosamente para no motivar a que tu sueño se interrumpa.
Y mientras caminaba hacia la cocina, mi desnudez, mi excitación, tu aroma impregnado en cada parte de mi cuerpo y mi ansiedad me acompañaban a preparar la dichosa taza de café.
Mientras espero a que esté listo, me recargo sobre la fría pared y cierro los ojos, disfruto de su contacto, de su frialdad y la manera en cómo eriza mi piel. En ese instante, me vienen los recuerdos de tus besos, tus caricias y manera tan deliciosa del vaivén de nuestros cuerpos, con un ritmo exacto, con un ritmo sereno y a la vez intenso, con un ritmo único que solo nuestros cuerpos son capaces de dar.
El café está listo, sirvo dos tazas y mientras las sirvo me gusta sentir como el vapor de aquel liquido obscuro se asoma por mi vientre, por mis pechos y como estos hacen que mis pezones se pongan duros y tiernos, ricos y suaves, como pidiendo a gritos el roce de tu lengua y culmine con un delicado beso.
Tomo las tazas y regreso a la recamara. Aún duermes y te contemplo y cuando intento beber un sorbo de mi añorado café, escucho voces, ruidos. ¿Alguien me llama? Me siento extraña.
Abro los ojos y me veo sola, en mi cama y con pijama.
Y mientras caminaba hacia la cocina, mi desnudez, mi excitación, tu aroma impregnado en cada parte de mi cuerpo y mi ansiedad me acompañaban a preparar la dichosa taza de café.
Mientras espero a que esté listo, me recargo sobre la fría pared y cierro los ojos, disfruto de su contacto, de su frialdad y la manera en cómo eriza mi piel. En ese instante, me vienen los recuerdos de tus besos, tus caricias y manera tan deliciosa del vaivén de nuestros cuerpos, con un ritmo exacto, con un ritmo sereno y a la vez intenso, con un ritmo único que solo nuestros cuerpos son capaces de dar.
El café está listo, sirvo dos tazas y mientras las sirvo me gusta sentir como el vapor de aquel liquido obscuro se asoma por mi vientre, por mis pechos y como estos hacen que mis pezones se pongan duros y tiernos, ricos y suaves, como pidiendo a gritos el roce de tu lengua y culmine con un delicado beso.
Tomo las tazas y regreso a la recamara. Aún duermes y te contemplo y cuando intento beber un sorbo de mi añorado café, escucho voces, ruidos. ¿Alguien me llama? Me siento extraña.
Abro los ojos y me veo sola, en mi cama y con pijama.
Luna Quisan
03/02/2011
4 Comentarios.:
Bellísimo que te quedó! Bienvenidos sean estos sueños!
Demasiada intensidad...seguro que que asi el cafe...sabe muy diferente.
LC.
Fer y LC, gracias.. todo lo que llega a inspirar una taza de cafe. La imaginación vuela que a veces es inevitable detenerla, frenarla... besos!!
Usted quiere que a sus lectores nos dé algo, ¿verdad? Uf. Siga así, aunque blogger le ponga una advertencia de contenido solo para adultos. Sus lectores estaremos dispuestos a arriesgarnos. Un abrazo.
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